Soy Adriana, tengo 40 años y estoy totalmente en contra de las mujeres “amigas de los hombres casados” y que dicen llevarse mejor con los varones. Para mi tienen algún problema o son de esas roba novios, histéricas, desconformes y solteras.
Para empezar, los varones son amigos entre ellos y nosotras somos “el otro”; estamos para cosas que ellos no hacen.
Para ellos, ser mujer es tener un buen par de lolas, de lo contrario, te llaman “amigo”. Es impensable que un hombre no se pregunte si se acostaría con cualquier mujer que conozca, es lo primero que piensa.
La inteligencia, les importa muy poco, es más, les molesta; jamás aceptarían que una mujer es más inteligente que ellos, nunca. Ni compartirían un negocio . Ningún hombre pensaría en elegir a una mujer para cubra su puesto en el trabajo.
Son así, está en su naturaleza, tienen la necesidad de sentirse superiores.
Además una mujer que se pone del lado de los tipos en una reunión, simplemente es una traidora.
Lo sé porque lo viví en carne propia, con mi ex amiga Claudia.
Cometí el error de dejarla venir el sábado a la noche a casa; jugaba la selección y los amigos de mi marido se reunieron a ver el partido, justo era la hora de la cena y con la excusa de ayudarme a cocinar se invitó sola.
Llegó en el entretiempo, mientras yo sacaba las empanadas del horno, acalorada y con el delantal puesto, cuándo la vi, casi le cierro la puerta en la cara; minifalda y tacos.-
- ¿Qué haces vestida asi?¿ Estas en pedo?
- ¿Me queda mal?
- Son todos tipos, tarada.
- No seas agresiva que vine darte una mano, si querés bañate, ponete linda y yo sirvo las empanadas.
En ese momento preferí antes que nada, darme un baño y refrescarme. Error.
Terminé de cambiarme, puse un pié en el linving y le veo tirada en el sillón como uno más.
La muy turra me dice,
- Adri, podes creer que se comieron todas, y no sé prender el horno.
- Poné más empanadas, que ya empieza el segundo tiempo, dijo uno de los idiotas.
- Y de paso sacá un par de cervezas, acotó ella.
- La miré fijo, con los ojos abiertos para que se dé cuenta pero ni se hizo cargo.
Fui a la cocina y traté de calmarme porque sabía que cualquier cosa que dijera me sepultaba. Loca, celosa, ridícula, exagerada, malpensada, cortamabos. Respiré hondo y llevé las bebidas con una sonrisa tan falsa que provocó un tenso silencio.
- Dale gorda, traete unas más que te salieron buenísimas,
- Si! que bien cocinas, tenemos que venir más seguido
- Callensé ya empieza.
Volví a mi lugar en este tipo de reuniones. Nunca se me ocurrió sentarme con ellos a reirme de como insultan a los jugadores, ni a festejar los goles nuestros. Estaba claro que era una cosa de hombres.
Y yo pensaba, también en sus esposas, a ninguna le gustaría que una esté como Claudia con su minifalda haciéndose la no se qué.
No prendí el horno, ni me asomé.
Pasaron los cuarenta y cinco minutos más largos de mi vida.
Argentina perdió y estaban todos con cara de velorio.
Esa es otra cosa que nos diferencia, ellos pueden llegar a sufrir mucho cuando su equipo pierde, les arruina el día, la semana y la vida misma.
Pensaba en eso cuándo tuve la única idea lúcida de ese día:
- Claudia, sos mufa. Viniste y perdimos, le dije riéndome por dentro a carcajadas.