viernes, 27 de febrero de 2015

Duérmete niño

Soy Adriana, madre de una hija que mañana cumple veinte años y que alguna vez fue una niña y antes una tierna beba. En esa época uno de los mandatos sociales acerca de la crianza era: enseñarle a dormir sola, en su habitación, desde los cuatro meses. Lograr su independencia. 
Hacerle un lugarcito en la cama a las tres de la mañana cuando se aparecía despeinada en la puerta de la habitación con cara de susto era prácticamente, la antesala de toda clase de conflictos.
Había que lograr su independencia.
Pero aun siendo primeriza yo sabía dentro mío que los niños tienen que ser dependientes para, luego tener la seguridad necesaria para independizarse. 
Un niño independiente, no sobrevive.
No importaba si estabas sola o en una feliz convivencia de pareja, si la casa era grande o si hacia frio, lo importante era que el niño duerma solo y yo me preguntaba  si, en la edad adulta, casi todos dormimos con alguien a quien queremos, ¿por qué de pequeños no? 
De hecho, los adultos nos sentimos raros y nos cuesta conciliar el sueño cuando estamos acostumbrados a dormir con alguien y unas noches -por lo que sea- nos acostamos solos. 
¿Por qué a los niños se les tiene que dar un trato diferente? Se trata de que duerman. Y duermen mejor acompañados que solos.
En los siglos XVI y XVII, la mayoría de los países europeos dictaron leyes para impedir que los padres durmieran con sus bebés. En esencia, estaban tratando de impedir el infanticidio. Cuando había demasiadas bocas para alimentar era fácil sofocar a un bebé “por accidente”. Por tanto, el gobierno debía intervenir.
El miedo a la sofocación persigue hoy a muchos padres occidentales. A todos les parece posible aplastar al bebé o ahogarlo bajo una montaña de mantas. Pero los bebés nacen con fuertes reflejos de supervivencia, capaces de gritar y patalear antes de permitir que algo les obstruya las vías respiratorias. La sencilla evidencia de que, en el mundo actual, la mayoría de los bebés duermen con uno de los padres sin morir asfixiados, debería convencer a los padres de que es bastante difícil aplastar a un bebé sin darse cuenta.
Pero el asunto iba más allá, se hablaba de falta de autoridad, problemas sexuales, se pronosticaba un futuro ser sin capacidad para aceptar la autoridad paternal y todas las que siguen a lo largo de la vida.
En mi caso era imposible, mi marido viaja mucho, vivíamos en una casa grande y antigua que habíamos heredado de mi familia y para mi dormir en su cuna era una tortura.
En el jardín "el colecho" figuraba dentro de la lista de aspectos poco deseables en el desarrollo de la criatura, tan importante como hablar o caminar.
Ingenua, yo contaba nuestra experiencia. La maestra de lasa de cuatro, me recomendó un libro "Duérmete niño", sugería encerrarla, cerrando con llave si era necesario y dejarla llorando hasta que se canse o se duerma. El objetivo: vencer los miedos.
¿Y cómo iba a lograrlo sin el abrazo cálido y contenedor de su madre, que había elegido serlo por propia voluntad?

El librito fue a parar a la basura rápidamente.

Otro de los argumentos era el fracaso de la pareja pero a nosotros nos abrió la puerta de nuevas experiencias, el baño, la cocina y volvimos al Hotel alojamiento de la adolescencia.
En la familia, la pregunta era;
-       ¿Cómo está Lorena? ¿Ya duerme sola?
Finalmente opté por mentir
-       Si duerme sola toda la noche…
No digo que alegremente vivimos las noches todos juntos, yo me preocupaba, dudaba, temía hacerle daño si la echaba y también se la dejaba dormir en nuestra cama, con el tiempo fui aceptando esa voz interna que decía que sí que no debía hacer, abolí golpes correctivos, castigos y caminé por el camino del diálogo intentando siempre lograr un acuerdo desde la razón y no siempre lo logré, más de una vez hizo todo lo contrario y la acompañé, la consolé y seguí conservándolo, le hice la cama y la esperé con la comida caliente siempre, acomodándome a sus horarios de salidas y en la facultad..
Siempre que pude le di los gustos, la dejaba ver Chiquititas y le explicaba que todo eso era ficción.
Cuando me preguntaba sobre mi vida, le dije siempre la verdad y me enfrenté a sus opiniones y desacuerdos. Desde que aprendió a hablar, su opinión valía  tanto como la nuestra.
Sus primeros novios dormían en casa.
Siempre valoramos el esfuerzo y no los resultados, esperamos a que madure, sin apuro.
¿Dicen que la malcrié?
No lo creo, hoy es casi una mujer, responsable, segura y sana.
Si este es el resultado por haberla malcriado, sin duda, lo volvería a hacer.


viernes, 13 de febrero de 2015

sin titulo

Una puede olvidar imágenes bellas o espantosas, palabras y hasta recuerdos puede olvidar pero cuando una melodía entra es imposible de borrar, te guste o no, en silencio o a los gritos la repetiras una y otra vez.

Es el romance y la música la memoria y como tal, inexplicable. Magia pura.

Hay una cancion que repito desde mi mas tierna infancia, hay muchas pero quiero ahora quiero hablar del final y por eso canto Presente de Vox Dei.
Cualquier final es un abismo, hasta la ultima miga de pan y esta bien, puedo aceptar que en la vida todo concluye, incluso aprendi que despues hay algo mas y varios caminos para elegir llegar a esa meta,
Por eso no me gusta competir, por que para competir hay que dear ganar y para mi ganar tambien es un triste final.
Disfruto la carrera, ir cabeza a cabeza y acelerar en la ultima recta por que si se va terminar que acabe ya!
Y asi es mi naturaleza de caballo desbocado, hoy casi domestica por que soy madre y los hijos deben crecer, abandonar etapas y yo amo a las mias, tanto como para cambiar lo que sea necesario, me gusta vivir asi, lo mas despierta posible...dormir, el final de la vigilia prefiero que me sorprenda, que me tome de sorprea el sueño