martes, 22 de julio de 2014

Menos es más


Soy Adriana y estoy cada vez más convencida de que a los hombres no les importa casi nada de lo que a nosotras nos preocupa.
Pensamos muy distinto de los mismos temas. Podría decir que hasta tenemos ideas opuestas.
Solo nos acercamos, uno al mundo del otro cuando nos enamoramos.
La otra noche, quise sorprender a mi marido, me gasté una buena cifra en ropa interior y me di cuenta que era tan poco lo que me tapaba que tuve que pasar por la depiladora; viví una situación espantosa.
Depués de sacarme pelos que ni sabía que tenía, estaba desprevenida acostada de espaldas y siento que me baja la bombacha y me pone la cera, justo ahí
¿Qué haces?
Tira de cola, agarrate los cachetes, asi te saco mejor. Tenes unos pelos tremendos.
Me quedé muda, jamás estuve en una posición igual, ni en la más caliente de las noches. Además esa zona es muy privada. ¿Quién se acerca tanto como para sentir si hay mucho pelo o no?
Salí del lugar toda pegoteada, fui directo a darme un baño y sacarme los restos de cera.
Esto de la depilada es una cosa seria, no me lo banco. Pero si te pasas la afeitadora, te crecen duros; la definitiva va pelo por pelo, para cuándo termine voy a estar en el geriátrico. No me queda otra que la cera caliente.
Los tipos en cambio, no pasan por ninguna de nuestras desgracias, no se indisponen, no se embarazan, un hombre jamás vestiría un pantalón que incomoda solo porque le gusta como luce. Tienen dos variedades de calzones y usan siempre el mismo modelo. La vida del hombre es más sencilla.
Yo venía de abrirme las cachas para que una loca casi me saque los pelos de adentro ¡Qué impresión!
No me había vestido y llamó para decirme que traía la cena él. Gol!
Me dedique solo a ponerme divina, pero sin exagerar y sin que se note que me había gastado más de mil pesos, en menos de un metro de tela.
Cambié las sábanas, perfumé la casa y escondí todo lo que siempre está tirado o apilado sobre una silla, en mi lado del placard.
Cuándo llegó y vi lo que trajo, me preocupé: empanadas y cerveza; mala idea para una previa.
Nunca me gustó comer antes del sexo, te sentís pesada, no es lo mismo que con el estómago vacío. Para mi es fundamental sentirme bien, cómoda, por lo menos para empezar, después ya no me importa nada.
- No probé bocado en todo el día, me muero de hambre. ¿Miramos la final de la    Davis?
- Dale.
Yo estaba más dispuesta que nunca a todo.
Comimos viendo el partido de tenis mas aburrido del mundo, en silencio, como si estuviéramos en la cancha.
Por suerte se hizo un poco largo y me dió tiempo para digerir. Las empanadas compradas siempre me caen como una bomba.
- Estoy cansado, no mi quiero ni bañar ¿Te molesta si me acuesto así?
- No mi amor, vení que te hago unos masajes, le dije. Hubiera preferido que pase por la ducha, pero sabía que si se hacía más tarde, yo perdía.
- ¿En serio?¿Serías capaz?¿No estas cansada?
Esas tres preguntas seguidas me hicieron pensar que lo tengo un poco abandonado. Mucha rutina y este año cumplo 50, mi cuerpo tiene varios grados más de temperatura que lo normal, por momentos siento que hiervo como una pava.
Le hice unos masajes y antes de que se quede dormido, lo empecé a besar. El jamás dice que no, como sea, lo hace.
En eso somos distintos.

lunes, 7 de julio de 2014

Andy Sheppard-Carla-Bley-Steve Swallow- The lord is listenin' to ya, Hal...


Todo llega nena, me dijo al oido la marica

Soy Adriana y trabajo hace siete años en una empresa multinacional que se ocupa de supervisar ventas de consumo masivo en el rubro alimentación. Recorro supermercados y almacenes con una mini computadora donde grabo los datos, armo una planilla y hago el informe para la marca que pidió el servicio. Puede ser una empresa de lácteos, productos de granja o panes.
No sé si me gusta lo que hago pero es cómodo. Manejo mis horarios, estoy en blanco, tengo aguinaldo, vacaciones y un sueldo que hoy no conseguiría en ningun lado.
Mi jefe es un poco pesado, tiene la costumbre de llamarme los domingos a la noche. Este domingo, me avisó que había una empleada nueva y me necesitaba para entrenarla.
Hasta ahi, todo bien. Pero la última frase que dijo, me arruinó la noche:
- Tené cuidado. Es una tipa seria.
- Tranquilo, yo me ocupo, le contesté automáticamente.
¿Qué me quiso decir ? ¿Que yo no soy seria?
Salí de la cama y me puse a caminar por la casa, hablando sola como una loca. 
No podía parar mi cabeza.
Sentada en living a oscuras traté de meditar, pegué la lengua al paladar y creo que me quedé dormida. Sentí el cabezazo y me arrastré hasta el cuarto pero apenas apoyé la cabeza en la almohada, abrí los ojos.
Que desesperación! .
Estuve inmóvil casi insconciente un rato más y cuándo escuché los pajaritos, me resigné.
Lo que podría haber sido no fué y ya dormir no era una opción.
Abrí la ventana y el aire del amanecer me devolvió la fe.
Salí en piyama y zapatillas porque a esa hora, para mi, la vida es hermosa. El mejor invento de dios.
Despues miré un noticiero que es tan malo que me gusta. El nombre, un cero a la creatividad, Primera mañana, obvio. Ni cinco minutos se tomaron para pensar, es como ponerle, El regreso a un programa de radio que empieza a las seis de la tarde. Y el conductor se pelea con la productora, se enoja con los entrevistados; apostaría que está a favor de la pena de muerte.
A las nueve y media, estaba en la estación, preguntándome, si la mujer además de seria, sería trepa.
Me llegó un mensaje al celular que decía: 
estoy retrasada, llego en 10”.
La odié pero la esperé.
Pálida, me dijo:
-Tengo una hemorragia.
Pensé rapidísimo: cerebral no. Se desmaya. No llega la ambulancia. La tengo que llevar al hospital!
-Me vino y no tengo toallitas.
Que hija de puta! Encima se indispone´.
Desoyendo a mi mente que decía, NO. le dije:
-Vivo cerca, vamos a casa y te cambias.
En el camino me contó que le habían ofrecido un puesto más alto que el mio. Mi única meta era deshacerme de ella.
Se metió en el baño y abrió la ducha.
Me acerqué dispuesta a sacarla de los pelos y le pregunté:
-Te sentis bien? Necesitas algo?
-Toallitas y ropa.
Le dejé las cosas en inodoro y esperé parada.
-Esta bombacha me da alergia. ¿No tenes otra? Mañana te la devuelvo.
-No dejá, te la regalo. Tengo un montón.
-Ya es casi la hora, dijo, arranquemos mañana.
-Bueno, llamo y aviso, le contesté sacada.
-No, me dá vergüenza.
-Como quieras, pero te aviso que en esta empresa no existe el día femenino, tenelo en cuenta.
Cuándo se fué llamé a mi jefe y solo le conte que estaba con la menstruación y se quiso ir.
Después me acordé que me habían ofrecido mil veces ese puesto y dije que no, mas que nada por comodidad.

Llegó la hora de mover las cachas, pensé. Fui a la oficina, me hice bien la boluda y todo quedó en mis manos. Mejor que nunca. Les saqué las papas del fuego. Tomé el puesto y pedí algunos beneficios.