miércoles, 21 de mayo de 2014

Mujeres


Hoy me llegó por mail una revista digital para mujeres, con un tema novedoso: “hombres de goma” para damas solitarias; en tamaño real, súper guapos, silenciosos y con la mirada perdida en algun sitio. No aclaraba si tenían, además un órgano sexual o solo se ofrecen como elemento decorativo, busqué en la revista algo más pero solo es igual a todas las conozco: diez consejos para no perder a tu pareja, los cinco secretos de un cuerpo perfecto, fotos de modelos, test carentes por completo de rigurosidad, recetas, dietas y algun apartado para la mujer que trabaja.
Invariablemente la literatura mediática de género ronda siempre los mismo temas. Me aburren. Nunca encuentro algo que pueda interesarme de verdad y me pregunto ¿somos así o quieren que seamos asi? Que compremos tal o cual prenda, que solo nos interese nuestro cutis y esa manía por agradar a cualquier precio.
Lograste que ese tipo que te gusta se fije en vos, salen y comienzan una relacion a fuerza de seguir los consejos, no muy celosa, ni posesiva pero tampoco desinteresada ¿ Y despues que?
Ojalá que te siga gustando, que tengan cosas en común por que nadie te dice como deshacerte de él.
Si dejáramos de lado las modas del color, del modelo, del zapato, del maquillaje, eso que nos cubre para ocultar lo que somos...
¡Que peligro! 

Soy una mujer esencialmente rebelde, sin planearlo, nací así. El tema es que no encajo en lo previsto y generalmente aceptado.
Practico la la reflexión unida a la sensibilidad y la intuición. 
Cualidades "femeninas"casi atrofiadas en el mundo de las divinidades del presente, donde no tiene lugar contradecir los dogma, ser distinta.
Las mujeres casi no figuramos en la historia del mundo a pesar de haber tenido un importantísimo protagonismo. 
Distintas todas, individuales por nuestra condición de ser personas, distintas a ellos que nos complementan y que juntos somos capaces del único milagro humano, la vida.

Mientras tanto

Soy Adriana y estoy esperando a mi marido que salió a cenar con una clienta del banco dónde trabaja hace años. 
El viernes pasado cuando nos encontramos como siempre al final del día, me contó que había atendido a una mujer que necesitaba saldar varios créditos de distintos valores, parece que el trámite era largo y complicado pero lo llamativo fue que la señora lloraba sin parar. 
El no se atrevió a preguntarle nada, trataba de no mirarla pero sentía que todos lo miraban a él como si fuera responsable y aunque ni la conocía se sintió culpable, de nada por que además, estaban resolviendo un problema. 
 En un momento se le ocurrió que tal vez lloraba de alegría o alivio y la miró; no, claramente sufría. Podría ser por la muerte de algún ser querido que le dejó el dinero para pagar las deudas o una indemnización laboral. Cualquier cosa podía ser. 
La situación se ponía más incómoda y la gente se acumulaba form ando una fila que llegaba hasta la puerta. El sudaba como si estuviera en un sauna, tenía la camisa completamente mojada. Cuándo estaban ya terminando, parece que la tipa le miró las manos, no está usando la alianza por que le queda chica, y le preguntó: 
- Usted es casado? 
- Si, hace más de veinte años, contestó si sacar los ojos de la computadora. 
- Disculpe, como es tan amable pensé en invitarlo a cenar, le dijo y siguió llorando con más ganas. 
- Espere, no se ponga así, le contestó. Mi mujer es muy comprensiva y abierta, yo le puedo explicar y si usted quiere vamos a cenar. Déjeme su teléfono. 
- Le agradezco tanto, estoy muy sola, necesito conversar con un hombre, sin compromiso, solo conversar, no me malinterprete, llámeme por favor. 
Lo conozco y sé por que lo hizo, pensó que así terminaba de una vez con la llorona y como por arte de magia la tipa se iba y asunto olvidado. 
Cuándo me lo contó, sentí pena por ella y creo que hasta me vi reflejada en esos momentos que una tiene; lloras y no sabe porqué, si es que te esta por venir o la humedad, el cansancio, la leche derramada. 
Antes de que me preguntara y sin pensar le dije, - Llama pobre mina, vayan a cenar.¿Que puede pasar? 
Me miró desorientado y ahí entendí que era un delirio. 
No sé si fue para demostrarle cuán amplia y solidaria podía ser, la cosa es que insistí y no paré hasta que lo logré. 
Ahora estoy acá, pensando cualquier cosa. No dudo de su amor por mi, ni creo que vaya a serme infiel. 
Pienso en la fidelidad y la misma cena me parece un engaño. Sentados uno frente al otro. ¿ Cuán grande puede ser la mesa? Imposible no mirarse. Entre dos personas comiendo, hay momentos de silencio y de tensión.
El siempre se estira, no le gusta estar sentado y le va a tocar las piernas por debajo de ña mesa. 
¡No! ¿Como pude ser tan estúpida? ¿Qué me quiero demostrar? ¿Y si no vuelve? ¿Y si vuelve mañana y me dice que lo nuestro se acabó, que le gustó y que quiere probar con ella? 
Me estoy volviendo loca. Nunca más me presto a una cosa así. Pero obvio, solo a mi se puede ocurrir. Soy una tarada. 
Creo que voy a dejar de esperalo y me voy a bañar por cuarta vez.

Shirley Bassey - Love Story

domingo, 18 de mayo de 2014

Desvelada

Son las cuatro de la mañana y ya estoy despierta, segura de que no me vuelvo a dormir. Ni a palos lo intento; si lo logro, llego tarde a todo. ¡Qué sola me siento a esta hora! Si me levanto y me pongo a ordenar las alacenas de la cocina, despierto a la familia y paso a ser “el problema” de la casa, como la cadena del baño chico, me cansé de arreglar el flotante y siempre pierde. Opté por in-utilizarlo. Cuándo me mude ya sé que con un baño me arreglo. Desvelada a esta hora me siento vulnerable, al borde del delirio, paranoica; capaz de tomarme muy en serio cualquier tema menor. Los ronquidos de mi marido que de noche me suenan como un suspiro, acompañan el temblor de las ventanas agitadas por el viento. Es la hora de la rima, los pensamientos profundos, reflexiones que al mediodía ni recuerdo. Por eso siempre tengo el cuaderno Gloria y la birome sobre la mesa de luz. Como en Orlando de Virginia Woolf vivo asistiendo a lo cíclico de la vida, con su inercia y su ecosistema, resignada a mi propia humanidad que ya es mucho. Disfruto y agradezco el tramo de la larga historia que atraviesa esta, mi endeble humanidad. Y mantengo los valores que aprendí y los que construí con mi libre albedrío. Dudando siempre dudando. Me crié entre médicos, maestros y artistas, religiosos, pensadores, con un grado de locura innegable, desde que la locura era causa de muerte. Y lo mejor de la vida fue haberla vivido y lo mejor de la mía fue como lo hice y esa posibilidad de encontrarle finalmente un por qué, un sentido a todo. La pasión, la entrega y la exuberancia, son como la estatura, se controla y varía con la edad pero es eso, que nos hace diferentes, únicos e individuales. en el fondo siempre soy yo misma, la de hoy y la del siglo pasado, una más. Sobrevivo, circulo y me amparo en una cierta ideología que calma la inquietud, la impotencia y que encamina mi libertad, aunque prefiero llamarlo, libre albedrío porque para mi pensar es como respirar, inevitable pero tramposo, complicado y hasta en un momento banal y engañoso por que también somos un cuerpo físico y la mente es algo propiamente humano, el pensamiento y la palabra también. Entonces atendiendo a lo físicamente humano que hay en mi, abandono este jardín y recupero la fe, durmiendo. Ojalá pudiera. En algún punto la biología y la cuota de azar inexplicable que tantas veces quise torcer, tiene un ritmo propio y un instinto de conservación más profundo que el humano, me conecta con la vida de una manera naturalmente perfecta y resistente. El tiempo anda infinitamente como los números que se usan para medirlo. Descreía de la belleza hasta que la descubrí; un día libre de tóxicos de cualquier tipo -momento muy difícil de alcanzar si te lo tomas en serio-, con la única rigurosidad posible, como parte del bioma. Ni mejor, ni peor. Simplemente humana. Sucede con la escritura, lo mismo que con agua cuándo nado, fluyo y preferiría seguir fluyendo continuadamente. Siempre desestimé este gusto pueril, mas que pueril, pre vital profundamente ascético y opiáceo - Opium usaban los hipis cuando tenia 14 y no entendía nada-. Salgo del agua medio mareada y con la mente en blanco hasta que soy parte del aire y piso la tierra. Se mueve la sangre, los pulmones, el corazón, pero no la mente. La mente transita como los pies al caminar y como cantaba uno que le gustaba a mi mamá, se hace camino al andar. ¿Se puede elegir quién ser? No. Solo después de herrar en cualquier punto pude trazar caminos por convicción y luego por compromiso con los seres como yo, humanos. Partiendo y llegando siempre al ombligo de mi mundo. Por eso atesoro las maravillas de la vida, mi fortuna. Qué no es grande, no tiene tamaño ni ocupa espacio y yo sé que existe mucho más allá de lo que puedo siquiera mirar. Como el cielo, más pesado que el aire pero en un punto inapresable. Solo metafóricamente justificada por la biología y organizada por las palabras – esa gran herramienta humana-, y luego todos sus inventos para entenderse, explicarse o simplemente circular. Hoy descubrí una maravilla nueva que la vida me ofrece; la transite siempre que pude pero hoy le puse nombre, le di entidad de existencia, la disfruté la saboreé como un tesoro comestible. Sin proponérmelo, me adueñé y solté un momento. Se hace de día y logré escribir un poco. Me concentré en una idea o agrupé varias en un relato de esos que me gustan, con color propio, sonidos, ciudades y personas o apenas un boceto que abandono pero no olvido. Las palabras son mi gran pastel de bodas. Y nunca alcanzaré la perfección. Por eso corrijo y leo. Aveces obsesiva y compulsivamente si es fácil o liviano y muy lentamente cuando lo saboreo y pierde su existencia material. Y hablando de materia, llegó la hora de levantarse y desayunar.

viernes, 16 de mayo de 2014

Sangre no es agua


Soy Adriana, mañana cumplo 40, dicen que la que viene, es la mejor década en la vida de una dama. ¿Será cierto?
Tengo dos hermanas, la menor me lleva diez años. Se podría decir que la nuestra, es una familia de mujeres.
A mi papá casi no lo recuerdo. Falleció cuándo cuando yo era muy chica y mi madre quedó bastante triste, nunca se volvió a enamorar, no estaba en sus planes quedarse sola y su vida fué perdiendo la humedad que es el signo del deseo.
La quise mucho, la odié bastante y la volví a querer de una manera mágica. Me preocupaba mi enojo con ella, nunca es bueno sostener un sentimiento así y menos con la madre.
Una amiga me sugirió “el como si”, hacer como si la quisiera y decírselo aunque no lo sienta; en muy poco tiempo la volví a querer y me saqué un gran peso de encima.
Yo creo que las mujeres tenemos un poder especial, una conexión física con la vida que nos hace creativas. En la antigüedad, griegos, romanos y egipcios reconocían a las mujeres como sanadoras. Esclavas o libres, se ocupaban de curar a los enfermos; representaban el amor, la salud y el nacimiento. Existen registros de los remedios naturales que usaban para combatir el dolor y sus teorías sobre el funcionamiento del cuerpo humano, fueron transmitidas desde la Mesopotamia, a través de las rutas comerciales, a los fenicios, egipcios y griegos.
Después empezaron a considerarnos inferiores, se creó la carrera de medicina solo para hombres, la civilización avanzó y el lugar de la mujer fue para atrás, pasaron a ser brujas curanderas y las mataban en la hoguera.
Por eso siempre tengo un trato especial con las mujeres, les doy más de una oportunidad.
Volviendo a mi madre, está internada hace unos meses, desde que le diagnosticaron alzheimer.
Se había puesto muy agresiva y por momentos no reconocía a nadie, mis hermanas no querían saber nada con ella, no la soportan, yo la tuve un tiempo en casa y me agoté.
Desde chica tuve la ilusión de cuidarla en su vejez, pensaba que sería el mejor de los finales para nuestra vida, pero las cosas no siempre suceden como una las planea, suceden como suceden y punto.
El secreto es acomodarse, por eso voy día por medio al geriátrico y le doy todo el amor puedo, ella no sabe quien soy, nunca volvió a reconocerme y cuando me pregunta, solo le digo que soy Adriana, nada más.
A veces me maltrata un poco, tiene un mal humor importante pero está viejita, no va a durar mucho este calvario.
Ayer me di cuenta de que hay algo más que me lleva al geriátrico; Guillermo, el médico. Tiene todo lo que me gusta en un hombre; es grande, debe pesar casi cien kilos, estoy segura de que fue deportista. Usa el delantal abierto y siempre lleva puestos los anteojos de leer.
Me gustaría invitarlo a salir pero no animé, todavía no averigüé si es casado y un “no” es rotundo, no tiene vuelta atrás.
Tampoco voy a usar la excusa de una consulta profesional, empezar por una enfermedad no me da y seducirlo así nomas es riesgoso; primero quiero saber si está solo. No tengo ganas de sufrir.


Soy de esas mujeres que se toman las relaciones en serio, lo del tuch and go nunca me gustó por eso pienso siempre dos veces por lo menos, cada paso que doy, sobre todo si se trata de sentimientos, relaciones, hombres.