Pensadoras, artistas, médicas, cocineras, enfermeras, madres, amantes, amigas. Falibles, imperfectas, famosas o desconocidas, mujeres y punto.
lunes, 25 de agosto de 2014
miércoles, 20 de agosto de 2014
jueves, 14 de agosto de 2014
Los derechos de un amante
La
pregunta del médico fue el disparador:
- Y
usted, tiene una vida plena?
Me
quedé pensando en el adjetivo “plena” y asocié con satisfecha,
hice una revisión veloz por mi existencia actual y le dije que sí,
pero dudé.
- A
qué se refiere con lo de “vida plena”?
- Si
está contenta...¿Su marido?
- Si
está hablando de sexo, ya le digo que cero. Nada. Hace meses...
Y
no sé porqué, empecé a contarle mis últimos intentos, un viejo
amigo que no quiso arriesgar nuestra amistad probando algo más, el
profesor de gimnasia que me invitó a salir y cuándo empezamos a
conversar me aclaró que tenía una novia en Mendoza y una tampoco
está para dedicarle tanto tiempo al asunto.
- Es
que los tipos somos unos tontos, me dijo. Pero yo seguía pensando
en la vida plena,
- Es
verdad, el sexo es saludable, le contesté
- Claro
que si, además si usted está acompañada, todo se hace más
llevadero...
Y
salí del consultorio con la intención de activar mi vida sexual y
en lo posible darle una oportunidad al amor. Algo que tenía
totalmente relegado para más adelante o cuando sucediera.
El
panorama era desolador, hasta que me acordé de un novio que tuve
apenas me separé del padre de mis hijas.
Alejandro.
Lo
busqué por facebook y en menos de un día, ya estábamos hablando
por teléfono.
Ahora podría decir que tengo una “relación”
(lease “aproximación a lo que sería una vida plena).
Es
una de esas relaciones que arrancan en frío, que te permite pensar y
decidir. Los dos coincidimos en que lo nuestro es una amistad, nos
conocemos desde la adolescencia mia y su niñez.
Fué,
el primero y creo que el último en incorporarse a la familia de
mujeres, empezó durmiendo en el sillón del living y un día se pasó
a mi cuarto.
Pasaron
diez años.
El
tiene una hija y hace unos meses que murió su mamá, una mujer que
merece un capítulo entero. Y su última novia, le tiró la ropa por
la ventana, después de haberlo engañado con un compañero de
trabajo. Un amor intenso.
El
y yo, somos amigos, ni más, ni menos.
Tal
vez soy muy estructurada pero pienso que cuando hay sexo, pasamos a
otra categoría.
Amantes.
Un
amante acepta las condiciones del juego por la razón que fuera. En
este caso no hay heridos ni engañados y por eso me puse a pensar en
los derechos de un amante.
¿Que
se le puede pedir a un amante?
Nada.
Es lo que hay.
Un
spa para corazones heridos, un paréntesis del amor, con el único
compromiso de aceptar las reglas del juego.
Los
amantes tienen su razón de ser, cada uno la suya.
Son
amantes por que solo cuando tienen sexo se aman.
¿Amigos
con derechos?
viernes, 8 de agosto de 2014
¿Y a dónde está el deseo?
Marina, la más soltera de todas mis amigas, está en crisis. No se casó a los treinta y a los cuarenta no tuvo hijos. Hoy a punto de cumplir cincuenta siente que lo único que necesita es estar en pareja.
Enrolada en "las que tienen mala suerte" se olvida que cuando otras estábamos sentadas en la plaza un martes a las dos de la tarde, con el bebé en el cochecito; ella viajaba por Europa y mientras nos acomodábamos el cuerpo y la vida para volver a trabajar después de los tres meses de licencia por maternidad; Marina fue escalando y hoy es gerente de una empresa multinacional. Gana más que mi marido.
Tiene una colección de zapatos impecables, no sabe lo que es sacar un chicle pegado en la falda ni blanquear un delantal. Tiene noches de insonmio no deambula de habitación en habitación tratando de consolar al hijo y conformar al marido.
Estar casada, tiene sus beneficios: sexo seguro, contención, vida ordenada y saludable pero tambien incluye almuerzos dominicales en casa de los suegros, monotonía y mucho olor a comida en el pelo y en la ropa.
Estar obsesionada por el amor puede convertirse en una queja interminable y hasta puede ser el fin de un amor.
Instalada en la ausencia de algo es casi imposible ver lo que hay.
Podes tener a tu marido durmiendo todas las noches en casa, tener sexo más de una vez por semana, pero si te molesta que trabaje los sábados, eso puede hacerte creer y decir que no te presta atención.
Insistir, protestar y perder, de a poco o de pronto la cordura y el amor.
A veces para tener hay que ceder.
No se trata de cómo hay que vivir, sino de recuperar el deseo que nos haga vivir de otra manera, sin lamentos constantes ni añoranzas, buscar qué lugar ha tenido y tiene el amor para una misma, sin prejuicios ni mandatos.
Pero además, hay que ponerse al día.
La redes sociales, espacio público virtual se han vuelto escenario de nuestras relaciones personales.
Nos tiramos de cabeza a recuperar el pasado y nos reecontramos con amigos de la infancia. Pasamos de no saber nada de un primo que se fue a vivir a Londres a conocer casi, hasta el mínimo detalle de su vida.
Somos espias y espiados.
Lindo invento, letal para el amor convertido en bien descartable.
Sobran los malentendidos "típicos de las parejas", un chiste, un comentario inocente y hasta un "me gusta" puede ser motivo de planteo
Caminamos por el filo del encuentro desdibujado, con acceso al mundo entero quedamos solas y solos, único refugio de nuestra intimidad está oculto ese deseo y se vuelve imprescindible rescatarlo.
Para ser honesta prefiero mentir
Desde
siempre, escucho personas (incluso amigas) que aseguran que la
virtud más importante que tienen, es la honestidad.
Yo
ya aprendí, no discuto, sonrío y escucho con atención, porque sé
que estoy frente a una hipócrita profesional.
Pueden
decirte que consideran que sus valores morales son el respeto y la
tolerancia, pero un par de minutos después comentar que todos los
homosexuales son unos enfermos.
Y
no verán ninguna contradicción en sus palabras.
Admiro
profundamente a los practicantes de la hipocresía porque se
necesitan muchos talentos para dominarla y ejercerla. La sonrisa, el
abrazo y bajo la manga, listo el puñal.
La
principal cualidad del hipócrita es lo honesto que parece.
Sus
habilidades actorales para dar halagos vacíos a gente que detestan
con pasión, me llevarían años de entrenamiento y no garantizo esa
mueca que simula agrado.
Lo
único que se les puede objetar a los hipócritas es que mantener su
apariencia es lo único que logran hacer y no es tan malo. Hay muchos
que gracias a ser constantes en la hipocresía, tienen un salario.
El
beneficio que tiene un hipócrita en su batalla por convencer a todos
de sus bondades, es la curiosa ventaja de protegerlo de la paliza que
le espera a cualquier persona honesta que tiene enemigos, porque
siempre logrará verse como una víctima.
Una
persona honesta no tiene chance si las mentiras en su contra son
suficientemente creíbles.
Ser
hipócrita te protege de ser juzgado.
Ellos
tienen la sabiduría para elegir amigos honestos (mejor aún,
crédulos)
Los
profesionales de la hipocresía saben rodearse de personas que creen
ciegamente en ellos y que están convencidas de que lo que dice el
hipócrita sobre sí mismo es la pura verdad pero la lealtad no es
algo que practiquen los hipócritas, ellos tienen un alto porcentaje
de éxito en salir impunes de cualquier controversia por que por amor
a su propia filosofía son capaces de traicionar hasta su madre.
Los
hipócritas son pilares de nuestra sociedad.
Gracias
a los hipócritas siempre tenemos miedo de lo que pensamos y
sentimos.
Todo
lo que hacemos puede ser mal visto y comentado sin pausa por nuestros
hipócritas más cercanos.
Los
hipócritas cumplen el rol de juzgar a la gente bajo estándares
imposibles e ideales, de los cuales siempre hay algo que objetar.
Gracias
a ellos somos mejores personas, aunque sea porque nos aterre lo que
lleguen a decirle a otros que piensan de nosotros y te conviertis en
uno de ellos y aprendes a dar halagos vacíos a cambio de la remota
posibilidad de ascender socialmente.
Nadie
sabe disculparse tan bien como un hipócrita
Cuando
llega la hora de caer, el hipócrita siempre tiene las mejores cosas
de las cuales disculparse.
Mientras
más conservador y moral pretende ser, más necesita revolcarse en
los chiqueros para saciar sus vacíos.
Mientras
un vulgar mentiroso tiene que disculparse por algo falso, el
hipócrita debe disculparse por tener una colección de pornografía
infantil, dos hijos bastardos, falsificar firmas y usar la
computadora de su empresa para jugar al tetris.
Sus
disculpas son sentidas y parecen auténticas, porque ser descubierto
es sólo el comienzo de crear una nueva imagen de víctima, es una
oportunidad para fingir que está camino a la redención, porque ha
sido débil. Pero mañana cambiará.
Definitivamente
no creo que la honestidad sea una virtud, es apenas la posibilidad de
conocerse un poco más y digo “la posibilidad” por que de verdad
no es nada grato practicarla.
Y
la honestidad existe, es, primero ante sí mismo.
En
esto, los de afuera “son de palo”.
Porque
la honestidad es aceptar el verdadero origen de los propios actos y
sentimientos.
Y
para ser honesta, no creo que haya nadie que merzca semejante tesoro,
“ser testigo” de mis propias debilidades. Para el caso, prefiero
la virtud de saber cuando es útil e imperioso utilizar una mentira.
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