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viernes, 8 de agosto de 2014

¿Y a dónde está el deseo?

Marina, la más soltera de todas mis amigas, está en crisis. No se casó a los treinta y a los cuarenta no tuvo hijos. Hoy a punto de cumplir cincuenta siente que lo único que necesita es estar en pareja.
Enrolada en "las que tienen mala suerte" se olvida que cuando otras estábamos sentadas en la plaza un martes a las dos de la tarde, con el bebé en el cochecito; ella viajaba por Europa y mientras nos acomodábamos el cuerpo y la vida para volver a trabajar después de los tres meses de licencia por maternidad; Marina fue escalando y hoy es gerente de una empresa multinacional. Gana más que mi marido.
Tiene una colección de zapatos impecables, no sabe lo que es sacar un chicle pegado en la falda ni blanquear un delantal. Tiene noches de insonmio no deambula de habitación en habitación tratando de consolar al hijo y conformar al marido. 
Estar casada, tiene sus beneficios: sexo seguro, contención, vida ordenada y saludable pero tambien incluye almuerzos dominicales en casa de los suegros, monotonía y mucho olor a comida en el pelo y en la ropa.
Estar obsesionada por el amor puede convertirse en una queja interminable y hasta puede ser el fin de un amor.
Instalada en la ausencia de algo es casi imposible ver lo que hay.
Podes tener a tu marido durmiendo todas las noches en casa, tener sexo más de una vez por semana, pero si te molesta que trabaje los sábados, eso puede hacerte creer y decir que no te presta atención.
Insistir, protestar y perder, de a poco o de pronto la cordura y el amor.
A veces para tener hay que ceder.
No se trata de cómo hay que vivir, sino de recuperar el deseo que nos haga vivir de otra manera, sin lamentos constantes ni añoranzas, buscar qué lugar ha tenido y tiene el amor para una misma, sin prejuicios ni mandatos.
Pero además, hay que ponerse al día.
La redes sociales, espacio público virtual se han vuelto escenario de nuestras relaciones personales. 
Nos tiramos de cabeza a recuperar el pasado y nos reecontramos con amigos de la infancia. Pasamos de no saber nada de un primo que se fue a vivir a Londres a conocer casi, hasta el mínimo detalle de su vida.
Somos espias y espiados.
Lindo invento, letal para el amor convertido en bien descartable.
Sobran los malentendidos "típicos de las parejas", un chiste, un comentario inocente y hasta un "me gusta" puede ser motivo de planteo


Caminamos por el filo del encuentro desdibujado, con acceso al mundo entero quedamos solas y solos, único refugio de nuestra intimidad está oculto ese deseo y se vuelve imprescindible rescatarlo.

lunes, 7 de abril de 2014

¿Y después qué?



Hoy se murió Laura, fuimos amigas por cuarenta años.
Jamás nos peleamos, podíamos tener distintos puntos de vista o discutir pero nada debilitaba nuestra entrañable relación. Nos conocimos en 1° grado; su padre era médico como el mío pero radical y antiperonista.
Ella tenía una hermana y un hermano, los dos más grandes, fumaban, hacían fiestas, iban a recitales y nos enseñaban todo lo que podían. En su casa había una cocinera que preparaba platos que yo disfrutaba muchísimo, aunque nunca me atrevía a pedir más.
Un día, antes de terminar tercer grado su mamá se enfermó, estuvo en la cama mucho tiempo hasta que murió. Después supe que tenía cáncer, para Laura fue un golpe durísimo, creo que jamas lo superó y dejó de sonreír.
Al año siguiente los militares secuestraron a su tío que era abogado, la cocinera volvió a su provincia y creo que para salvar la situación, el padre se volvió a casar con una médica bastante más joven.
Los chicos no la querían pero ayudó, había quien firme los boletines y organice los cumpleaños. La vida siguió más o menos normalmente. Terminamos el colegio, fuimos a la universidad, empezamos a trabajar, tuvimos algún que otro novio. Ella siempre extrañaba mucho a su mamá y hasta planeaba como sería su encuentro en el más allá.
No tuvo hijos pero era una gran tía y fue la madrina de mi hija mayor.
Parece mentira pero el estado de ánimo puede influir mucho en la suerte de una persona, ella era muy depresiva y le iba bastante mal hasta que por fin consiguió un trabajo estable y algo mejor, un hombre. Con él viajó por latinoamérica, terminó su carrera de antropología, se compró una casa vieja en zona norte y se dedicó a las plantas, tenía flores de todo tipo.
Hace unos meses, tuvo un resfrío; yo me enojé por que no pudo venir al cumpleaños de mi hija menor. Después de unos estudios, nos enteramos que lo que tenia era un cáncer en el mediastino. Una parte del cuerpo que no se puede operar, está entre los pulmones.
En ese momento supe que había llegado su fin.
Ella por primera vez tuvo ganas de vivir, y se puso en campaña para tratar de curarse. Y yo la acompañé en todo sin mencionar nunca la posibilidad de que su tratamiento fracase.
Con ella aprendí que no hay nada más hermoso que acompañar a un ser amado en un momento así. Solo importa el amor que uno pueda dar en cualquier de sus formas.
Yo era la única que la dejaba fumar.
Recuerdo nuestro último paseo, fuimos al río y nos sacamos fotos. De vuelta pasamos por un cajero y me dio plata. Por primera vez también, ella ganaba más que yo.
No sé si fue rápido o en el tiempo justo, pero de última internación ya no salió.
Fueron cuatro días de morfina, chistes y masajes con limón para borrar los moretones, por fin se pudo relajar,
- Me tiré un lindo pedito, decía.
Anche dios se apiadó y le ahorró el trabajoso acto de respirar.
No sé si alguna vez la voy a dejar ir. Creo que la llevaré siempre conmigo.
Lo que me tiene preocupada es este tema de que los muertos nos ven, que viven una especie de omnipresencia y se enteran de todo lo que una les quiso ocultar en vida.
Y yo tenía un secreto milenario.
Cuándo ella cumplió 22, me fui de su casa con un ex novio que ya no le gustaba ni un poco pero era un buen amigo y sabía resolver todos los problemas de una casa. Era electricista, plomero, albañil y tenía auto.
Creo que él seguía enamorado y por eso estaba siempre ahí, al pie del cañón.
No sé exactamente cómo fue pero terminamos en un telo.
En eso soy distinta a todas mis amigas; si un tipo no me gusta, lo tiro al pozo común, no me molesta que salga con otra, mucho menos si se trata de una amiga.
Nunca se lo conté, ni siquiera lo dudé, estaba segura de que a ella le hubiera molestado. Peor traición era para mi, contárselo. Al tipo jamás lo volví a ver, realmente fue un error sin sentido pero eso no amaina el dolor que podría haber causado.
Ahora ya lo sabe o lo sabrá dentro de muy poco. Tal vez en su estado inmaterial, ya no le importe y solo me importe a mi.

lunes, 24 de marzo de 2014

amistades

Soy Adriana, tengo 40 años y estoy totalmente en contra de las mujeres “amigas de los hombres casados” y que dicen llevarse mejor con los varones. Para mi tienen algún problema o son de esas roba novios, histéricas, desconformes y solteras.
Para empezar, los varones son amigos entre ellos y nosotras somos “el otro”; estamos para cosas que ellos no hacen.
Para ellos, ser mujer es tener un buen par de lolas, de lo contrario, te llaman “amigo”. Es impensable que un hombre no se pregunte si se acostaría con cualquier mujer que conozca, es lo primero que piensa.
La inteligencia, les importa muy poco, es más, les molesta; jamás aceptarían que una mujer es más inteligente que ellos, nunca. Ni compartirían un negocio . Ningún hombre pensaría en elegir a una mujer para cubra su puesto en el trabajo.
Son así, está en su naturaleza, tienen la necesidad de sentirse superiores.
Además una mujer que se pone del lado de los tipos en una reunión, simplemente es una traidora.
Lo sé porque lo viví en carne propia, con mi ex amiga Claudia.
Cometí el error de dejarla venir el sábado a la noche a casa; jugaba la selección y los amigos de mi marido se reunieron a ver el partido, justo era la hora de la cena y con la excusa de ayudarme a cocinar se invitó sola.
Llegó en el entretiempo, mientras yo sacaba las empanadas del horno, acalorada y con el delantal puesto, cuándo la vi, casi le cierro la puerta en la cara; minifalda y tacos.-
- ¿Qué haces vestida asi?¿ Estas en pedo?
- ¿Me queda mal?
- Son todos tipos, tarada.
- No seas agresiva que vine darte una mano, si querés bañate, ponete linda y yo sirvo las empanadas.
En ese momento preferí antes que nada, darme un baño y refrescarme. Error.
Terminé de cambiarme, puse un pié en el linving y le veo tirada en el sillón como uno más.
La muy turra me dice,
-  Adri, podes creer que se comieron todas, y no sé prender el horno.
- Poné más empanadas, que ya empieza el segundo tiempo, dijo uno de los idiotas.
-  Y de paso sacá un par de cervezas, acotó ella.
- La miré fijo, con los ojos abiertos para que se dé cuenta pero ni se hizo cargo.
Fui a la cocina y traté de calmarme porque sabía que cualquier cosa que dijera me sepultaba. Loca, celosa, ridícula, exagerada, malpensada, cortamabos. Respiré hondo y llevé las bebidas con una sonrisa tan falsa que provocó un tenso silencio.
- Dale gorda, traete unas más que te salieron buenísimas,
- Si! que bien cocinas, tenemos que venir más seguido
- Callensé ya empieza.

Volví a mi lugar en este tipo de reuniones. Nunca se me ocurrió sentarme con ellos a reirme de como insultan a los jugadores, ni a festejar los goles nuestros. Estaba claro que era una cosa de hombres.
Y yo pensaba, también en sus esposas, a ninguna le gustaría que una esté como Claudia con su minifalda haciéndose la no se qué.
No prendí el horno, ni me asomé.
Pasaron los cuarenta y cinco minutos más largos de mi vida.
Argentina perdió y estaban todos con cara de velorio.
Esa es otra cosa que nos diferencia, ellos pueden llegar a sufrir mucho cuando su equipo pierde, les arruina el día, la semana y la vida misma.
Pensaba en eso cuándo tuve la única idea lúcida de ese día:
- Claudia, sos mufa. Viniste y perdimos, le dije riéndome por dentro a carcajadas.

lunes, 3 de marzo de 2014

Verdad y Consecuencia

Mi nombre es Adriana, tengo 47 años pero me siento como a los 25, con esa misma intensidad, aunque últimamente me pregunto ¿Quien esa gorda que veo en el espejo? 
Hoy me llamó una amiga llorando desconsolada por que el marido la dejó después de que le confesó que había tenido sexo con el cadete de la oficina. No podía mas con la culpa y a cada momento le parecía que él se había dado cuenta y que le tiraba indirectas. 
Pero la muy tonta se equivocó, el tipo, para variar ni se lo imaginaba, estaba totalmente en otra. 
-Te sentis mejor? Le preguntó. 
-Si, me estaba matando por dentro este secreto, contestó ella. Y trató de explicarle que fue una tontería, que el chico ni le gustaba, pero él la interrumpió al toque. 
-Esto a mi, no me va, tomémonos un tiempo. Quiero pensar. 
¡Pero obvio querida! ¿En que cabeza cabe? ¿Como se te ocurre contar una cosa así? 
Mal! Para eso están los psicólogos nena. 


No daba para seguir hablando por teléfonoasí que le dije que a la noche pasaba por su casa. Me imaginé que en ese estado, no saldría ni a comprar puchos. 

Llegué como a las diez media y efectivamente ni siquiera se habia sacado el camisón, me abrió la puerta y se metió en el cuarto. Cuando entré, me di cuenta de que había una especie de reunión de chicas y casi me muero. Me hubiera quedado en casa, lunes a la noche que garrón. 
Todas deliberando sobre el tema, que volvía en dos días, que lo llame, que no, que seguro él la cuernió mil veces, blablabla.
Ella raspaba el fondo de un pote de helado de medio kilo y se sonaba los mocos en la sábana. ---Hay errores con los que una tiene que cargar sola, se me ocurrió decir. Y se armó un debate sobre si estaba bien o no haberle contado su infidelidad. Yo aporté mi teoría: la pareja sobrevive si se mantienen bien guardados los secretos de cada uno. Pero eso es mentir, es vivir en el engaño, dijo una. Claro, yo no podría, para mi la pareja y la amistad existen solo si hay absoluta sinceridad, dijo otra. Era tarde y perdí. Me puse a discutir. 
- Hay verdades que no sirven para nada; verdades que nadie quiere escuchar, que dañan. 
- Que decis! Me interrumpió una que sale con un pibe 15 años menor que ella 
Mi amiga la miró y le dijo: 
-La verdad que con ese novio que tenes pareces mucho mas vieja, la gente se pregunta si es tu hijo. Hablando de hijos, las tuyas dicen que tu novio es un tacaño, que las quiere comprar con chocolates Y todo el mundo sabe que tu viejo se curtía a la cajera del súper, iba siempre al mismo telo. De pronto me vi en medio de una guerra de verdades mas crueles que la misma realidad. Me sentí un poco culpable pero las dejé antes de tener que oir una verdad. Creo que ni se dieron cuenta. Busqué el auto y no estaba, en su lugar habían dejado un papelito con la dirección a dónde se lo había llevado la grúa. Por mi que se lo queden, pensé. Tomé un taxi y cuando llegué a casa mi marido me esperaba despierto. Todo bien? Pudiste guardar el auto en el garage? Si mi amor, por suerte estaba abierto.