Hoy me levanté temprano, tuve
tiempo de salir a caminar y hacer el desayuno para todos. Me gusta
saber que en casa prefieren que cocine yo y festejen cuándo hago tostadas.
La tostadora eléctrica que cambié por los puntos de la tarjeta me salvó la vida, siempre se quemaban, sobre la hornalla o al horno, llegué a usar un paquete entero de pan lactal en una merienda.
La tostadora eléctrica que cambié por los puntos de la tarjeta me salvó la vida, siempre se quemaban, sobre la hornalla o al horno, llegué a usar un paquete entero de pan lactal en una merienda.
Los años no solo cambiaron mi
cuerpo sino también algunas de mis costumbres. Últimamente me
despierto a la hora que antes me acostaba, son horas felices; después
de que salió ese lucero del alba y empieza a clarear, el aire es
fresco.
La ausencia de la gente y sus sonidos me sienta bien.
La ausencia de la gente y sus sonidos me sienta bien.
Años que parecen siglos atrás
la madrugada era fin de la noche y su fauna, era el momento de
acostarse a dormir sin miedo.
Llegué media hora antes a la
oficina y como si fuera mi jefe me acomodé en el escritorio y
desayuné leyendo el diario. Estaba inquieta y había una razón,
tenía turno para una mamografía y lo olvidé. Estaba programada
para las 13:30, la hora muerta del almuerzo; no tenía ganas de ir
pero sabía que si faltaba, entre lo que tardo en pedir un turno y el
tiempo que se toman en dármelo, puede pasar tranquilamente un año
más.
Por primera vez en mucho tiempo a
la una salí a almorzar.
En el lugar no había nadie pero
tardaron en atenderme porque tenía un sobre turno.
- ¿ Y qué tiene que ver? Le
pregunté molesta a la secretaria.- Ahí tiene un libro de quejas, me contestó sin levantar la vista de la computadora. Estará jugando al candy crush, pensé o mejor al solitario en esa máquina vieja y amarillenta.
- Ok, gracias y me senté a leer los folletos de la obra social.
Ya me estaba acalambrando cuando
me llamaron.
- Sáquese la camisa, el corpiño
y si tiene cadenas o aros también, me dijo el tipo que ni siquiera
me miró. Tenía puesto un vestido y me quedé parada mirándolo.- En la silla tiene un ...pongaseló.
Lo que había era una especie de delantal azul, todo descocido. Quedé prácticamente en bolas y botas.
Por como me miró, supe que se enfureció; pero era cierto y ya era hora de volver a la oficina, estaba más que inquieta.- Ay- Quedese afuera por las dudas- ¿Que pasó?
Al tipo le sonó el celular y se
puso hablar ¡del partido de ayer!
Me sentí “una pobrecita”.
- Tengo frio, le dije casi en voz baja
- Tengo frio, le dije casi en voz baja
Después me explicó como tenía
que acomodar el brazo y agarró mi lola derecha, la estiró y me la
prensó hasta que me dolió.
- Como estamos hoy, eh. No
respires, mirá que sino la tengo que repetir.
No sé porqué pasó a tutearme,
tal vez por que me vio desnuda y eso le dio confianza. Por las dudas
no le dije nada. Estaba claro que él tenía “la sartén por el
mango”.
Salió de su cabina caminando
lento como si supiera que yo estaba apurada y quisiera provocarme.
Yo muda.
Repitió la tortura con mi otra
querida lola y cuándo por fin terminó, me dijo
- ¿Por las dudas qué?
- ¿Por las dudas qué?
Ni me contestó.
- Por las dudas qué, repetí,
claramente enojada; pero le sonó el celular otra vez. Lo está haciendo a propósito
pensé. Tenía ganas de llorar pero me senté y esperé.
Pasaron diez minutos y me volvió
a llamar
- Le dije que no respire, salió
mal, hay que repetir- Sabes qué, me voy. Apretate el pito vos.
Estoy convencida, el tipo que
hace la mamografía odia a las mujeres