sábado, 6 de septiembre de 2014

Basura t.v,

Víctima de un ataque al hígado feroz, pasó dos días enteros en la cama, en un estado de semi conciencia, mirando la televisión, por momentos con los ojos cerrados. Las noticias se repetían una y otra vez, en diferentes horarios y en casi todos los canales de aire.
Los programas dedicados al espectáculo son una suerte de realiti autorreferencial. La tele habla de la tele y de las intimidades, a veces inconfesables, de ciertas celebridades.  Me pregunto a quién le importa realmente la silueta de Carmen Barbieri o las novias platinadas del diez. La televisión impone temas y en casa a nadie le interesan.
Una chica rubia, con facha de actriz porno, pasó por varios programas, contando sus desventuras sentimentales.
Sus últimas parejas habían sido desastrosas. Uno le pegaba y era infiel, a ese lo dejó cuándo le llegó un video que confirmaba el engaño. Cuando logró reponerse conoció a otro que a los dos meses cayó preso, acusado de varias estafas, al principio lo visitó en la prisión pero hacía un par semanas que ya no iba, y la noticia es que un nuevo hombre apareció en su vida. Los periodistas sentados en ronda trataban de convencerla para que deje al preso aproveche la oportunidad y para rematar, pusieron al aire al pretendiente que decía cosas como:
-         Con ella, voy a fondo, se merece ser feliz, tengo todo el tiempo del mundo.
La pobre mujer parece estar destinada a hombre de dudosa conducta, este último, hijo extramatrimonial de un ex presidente, recién salido de una clínica por su adicción a la morfina, la hizo sonreír con sus promesas.
La historia me hizo pensar si será cierto eso que dicen: “un clavo saca a otro clavo” (los de la rubia más que clavos son tornillos tarugo); no podría decirlo por experiencia propia, jamás olvidé a un hombre en brazos de otro.
Lo pienso y sí, sería ideal: dejar de pensar en ese que te rompió el alma, mimada por una fresca promesa de amor.
Así, estaba la rubia revoleando los ojos, sonriendo a medias, tentada, ilusionada frente a las promesas de su nuevo y acaramelado gavilán.
Finalmente llegué a la conclusión de que no había uno en esa mesa que la quisiera bien, alentarla en un romance con el hijo del ex presidente, no garantiza que la piba sea más feliz que con el convicto, por lo menos el último está encerrado, el daño ya está hecho, mucho más no puede haber.



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