jueves, 18 de septiembre de 2014

Soy Adriana

Soy Adriana, el mes que viene cumplo 68 años.
Tengo cinco hijos, Adriana, Marcelo, Horacio, Alejandro y María José.
Me casé muy joven con el médico de la familia. 
Cuándo nací, él tenía 24 años y cuando cumplí 17, se separó de su esposa y nos casamos. Ahora que lo pienso, fue un delirio pero como era amigo de la familia, nadie dijo nada. El estaba muy enamorado, me prometía la luna y el mar.
Tuvimos seis hijos, la primera falleció al nacer pero yo siempre la llevé conmigo. Los hermanos se enojan cuándo les hablo de ella.
La vida se pasó rápido, sin respiro.
Los chicos fueron naciendo seguidos. Uno dejaba los pañales y otro empezaba a tomar la teta.
Un día sopetón, mi esposo tuvo un infarto y se murió. En ese momento pensé que estaba haciendo una de sus bromas, pero no.
Alejandro tenía seis años y María José cuatro, no tuve tiempo ni de llorarlo. 
Los primeros años fueron duros. Hasta que logré cobrar su pensión, no teníamos dinero suficiente para nada pero me fui arreglando y la familia ayudó.
Vivimos siempre en el mismo departamento de la calle Laprida, era un edificio repleto de gente joven, unos pisos más abajo del nuestro ensayaban varios músicos de rock y los chicos se la pasaban ahí. Así fue como conocí la marihuana.
Los varones eran bravísimos, sobre todo Horacio. Una tarde volví de trabajar y encontré la puerta del baño destrozada, le había clavado unos petardos mientras Adriana se bañaba. Horacio tenía una obsesión por verle los pechos a las hermanas, además era muy violento, arreglaba todo a los golpes y yo me ponía firme pero reconozco que tanta energía me superaba.
Antes de terminar la escuela secundaria, vino con la novia embarazada.
Casi me muero.
Yo le había explicado bien cómo usar el preservativo. Una noche los junté a todos y con una zanahoria les mostré como colocarlo, sacándole el aire para que no se rompa. Lo que más me preocupaba era que pudieran contagiarse alguna enfermedad. A mediados de los 80, los chicos entraban en la adolescencia y ya se conocían los primeros casos de HIV. Finalmente el embarazo no prosperó, era una mentira; de todas maneras Horacio se fue de casa y la verdad es que mejoró mucho el ambiente familiar y él maduró. Después se casó y ahora tiene dos varones.
Todos mis hijos ya son padres.
Tengo siete nietos que además de hacerme muy feliz, trajeron como el rio, viejos recuerdos, imágenes familiares de la infancia olvidadas en el olvido.

La carita de Gael, me da la ilusión de haber conocido a mi madre cuando era niña. Todos tienen algo sorprendente. Ver a la familia, reproducirse asi; naturalmente, reviviendo en los que recién llegan, esos íntimos humores de los que ya no están, es la magia de la vida. Esta vida mia que se diluye, deglutida por un cáncer que no puedo vencer. Me quedaría a disfrutarlos un poco más. Pero estoy lista, no tiene deudas conmigo el universo. Fui feliz, soy feliz.

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